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AMFest 2016: Crónica de tres días de viaje.

El AMFest se ha consolidado ya como el festival más importante de nuestro país en relación al postrock y al rock instrumental, sabiendo ampliarse hacia otros estilos adyacentes, sin vulnerar el principio original de lo que es la filosofía del festival. Un evento que, además, se ha abierto a un público más amplio con la incorporación de dos bandas como Leprous, que arrastra a un gran número de fans del metal progresivo y God is An Astronaut, una banda que, sin llegar al nivel masivo de grupos como Sigur Ros o Mogwai, por citar dos referentes, sí que se sitúa en la primera división del género con la capacidad de convocatoria que eso supone. Así el viernes, día de la actuación de estos dos nombres, se habilitó la sala Apolo para dar cabida a la demanda de público, que acabó llenando la sala, cumpliéndose sin duda, el objetivo previsto por la organización y que obliga a siguientes ediciones a seguir manteniendo o subiendo el nivel conseguido. Algo que, como fans del género, no podemos más que agradecer. Como de agradecer es que el AMFest sea espacio también para dar altavoz y visibilidad a proyectos nacionales de una calidad altísima para los que, este festival, actúa como trampolín, caso este de proyectos como los que hemos visto en pasadas ediciones como Exxasens, Viva Belgrado, Boïra, Kermit o Astralia, por citar alguno.

Jueves 3 de Noviembre

Ft Jorge de Arlanza
Lost in Kiev Ft: Jorge de Arlanza

La jornada inaugural del festival se abrió con la mezcla de jazz y postrock de Gambardella, a los que no pudimos llegar por motivos laborales, pero por lo oído entre el público dejó muy buena sensación. Esperamos una nueva oportunidad para ver el nuevo proyecto de Jaime Pantaleón, alma mater de Cuzo.

Lost in Kiev, por su parte, fueron la sensación de la jornada. El cuarteto francés y su postrock, con ramificaciones hacia el black shoegaze y el postmetal a lo Russian Circles, consiguieron mezclar contundencia, ambientación energía y presencias oníricas como las que destila su Nuit Noire, su último trabajo, poniéndose al público en el bolsillo de manera sublime. La fusión entre la proyección de imágenes, su música y esas voces susurradas, consiguió transportarnos a un espacio mental ideal para esa noche de jueves, que nos supo a poco.

Yndi Halda fueron los encargados de dar el punto de cierre a la jornada. Los de Canterbury presentaban Under Summer, su último trabajo, donde siguen dando rienda suelta a su manera de entender el postrock, más cercano a la creación de atmósferas suaves y ambientales, a través de los instrumentos clásicos, que a la exploración desde el ruido. Su música es una reflexión sobre la melancolía e invita a navegar entre diferentes estados de ánimo en una misma canción. La utilización de un violín eléctrico sirve para dotar de profundidad y suaves texturas, a una propuesta que tiende hacia un preciosismo exquisito, que dejó muda a la sala disfrutando, en muchos casos con los ojos cerrados, de una introspección total motivada por la música, que actuaba de vehículo chamánico para la experiencia iniciática personal de cada asistente. Y es que la música de los Halda recoge parte de la tradición del sonido Canterbury de los 60 y los mezcla con el postrock actual de unos Explosions in The Sky, en la que lo importante es el goce estético de la propuesta sonora. Una delicia aunque tal vez no sea adecuada para todos los paladares.

Viernes día 4

God is an Astronaut Ft:  Jorge de Arlanza

El festival se alternaba el viernes entre las dos Apolos. La sala grande daba cabida a los noruegos Leprous y a los irlandeses God is an Astronaut como plato fuerte del AMFest. Mientras, la 2, amenizaba la espera con la propuesta de Our Next Movement y su math rock clásico, que confluye hacia un postrock de intensas guitarras, y con Doble Capa y su blues sucio, casi stoner, de formato minimalista y tal vez demasiado monótono.

Leprous fueron el grupo al que le toca el papel de la rara avis, dentro del conjunto del festival. Su metal progresivo se fusiona con la voz operística de Einar Solberg, una peculiar mezcla no apta para todos los paladares. Lo cierto es que su propuesta es tan interesante como irregular, al menos por lo presenciado en directo. Hay veces que las canciones se pierden en desarrollos que no llevan a nada y se apoyan demasiado en la grandilocuencia excesiva de los gorgoritos de Solberg. Hay pasajes, dentro de un tema, que son una delicia pero que se ven rotos por un cambio demasiado brusco o por una melodía que pretende encajar de manera demasiado forzada. Eso sí, cuando dan con la tecla dan muy bien, como demostraron con temas como The Price, primer tema de su último trabajo The Congregation en el que todas las piezas están en su justa medida o con Slave, que sabe conjugar todos los cambios de intensidad, de melodía y mezclando guitarras y melodías que van de Muse a Isahn, en un excelente viaje. Realmente, los noruegos fueron yendo de menos a más, con algún momento raro en medio del show, pero acabando por todo lo alto.

Mención aparte lo de God is an Astronaut. La última vez que les vi fue en la presentación de su Age of The Fifth Sun, y aquella vez me pareció que ofrecieron un concierto correcto, pero tal vez demasiado plano. Esta vez no. Desde el inicio se vinieron arriba y dieron un concierto sin altibajos, aportando más guitarras y menos teclados, ganando en intensidad y ruido pero sin abandonar el aspecto ambiental y de space rock de su música. Presetaban Helios/Erebus, su estupendo último disco, continuación de Origins, y parece que, con los tres últimos discos, la banda ha dado lo mejor de sí mismos. Está claro que God is an Astronaut ha ganado como quinteto. La aportación de dos guitarras llena muchísimo más su presencia sonora en directo y su propuesta nos llevó en un espectacular viaje interplanetario, sabiendo jugar con los estados emocionales que la repetición de ambientes y texturas nos provoca a lo largo de ese trayecto. Temas como Agneya o Helios/Erebus sonaron apoteósicos comiéndose en fuerza e intensidad a cualquier banda de metal que se les ponga por delante, Pig Powder nos bajó un poco las revoluciones pero nos puso en un plano melancólico y Centralia nos puso de nuevo en órbita. Sin duda el concierto del festival y uno de los mejores que he podido ver este año.

Ahora viene la parte un poco más crítica del festival para con la programación. El concierto de The Album Leaf, proyecto de Jimmy LaValle, uno de los compositores más interesantes como ya ha demostrado con éste, su propio proyecto, o con Tristeza, una de las bandas fundadoras del estilo, creo que estuvo mal ubicado. Colocarlos inmediatamente después del pepinazo de God is an Astronaut, puede provocar que la bajada de adrenalina post-show, acabe dejándonos demasiado cansados para disfrutar de la gran riqueza de texturas y de matices de la reposada y casi ambiental propuesta de su música. No dieron un mal concierto, es imposible con la calidad de todas y cada una de sus composiciones, sobre todo con el bello Between Waves, su último trabajo, recién salido del horno. Tocaron temas preciosos, que nos arrullaban y nos invitaban a a contemplación introspectiva y a navegar entre nuestras propias emociones, como por ejemplo Between Waves, el tema que da nombre al disco. Pero su música invita a escucharlos en la intimidad de un espacio dedicado únicamente a ellos. Creo que ahí falló la organización y hubiera estado mucho mejor colocarlos de cierre junto con Yndi Halda y haber dejado la jornada del viernes para Lost in Kiev para que el viaje de retorno tras los irlandeses fuera más paulatino y menos brusco. Espero volver a ver a The Album Leaf en un formato pequeño, si puede ser en la misma sala, para poder dedicarles la atención que merecen. Tras The Album Leaf no hubo tiempo para más, al menos para quien esto suscribe, y dejé el retrowave y el chillwave de Arms and Sleepers para los jóvenes.

Sábado día 5

Ft Jorge de Arlanza
Ànteros Ft: Jorge de Arlanza

Momento para disfrutar de las bandas españolas dentro del festival. Empezó la jornada a las 20.00, una hora más tarde de lo previsto por la caída del cartel de My Sleeping Karma, que no pudieron desplazarse por motivos de salud de uno de sus integrantes. Los encargados de abrir la jornada fueron Mardemarmo. Los de Barcelona practican un postrock espacial, con predominancia de las guitarras, bebiendo a partes iguales de Toundra y de Exxasens o de Mogwai y de This Will Destroy You. Sonaron mucho más contundentes que en disco, ganando en fuerza de guitarras y con un bajo pulsante que gana en presencia, dotando de cuerpo a los temas de su primer trabajo. Temas como Pulsar o Sagan, sonaron estupendamente y demostraron que, ahora que ya no tenemos a Exxasens, tenemos cantera para suplirlos.

Ànteros es el proyecto que mezcla a gente de Toundra, de Erroma, de Viva Belgrado y de Syberia, en un proyecto que fusiona a Viva Belgrado y su potente screamo, con unas guitarras cargadas de texturas. Personalmente los gritos desgarradores me dejan frío, como ya me pasa con Viva Belgrado, pero la calidad de las guitarras y la base rítmica nos permite disfrutar de los momentos de emoción pura que consiguen crear, obviando a Cándido, que parece estar siempre al borde del ictus. Pero como esta apreciación es meramente subjetiva, aquel que disfrute del screamo más hardcore, sabrá apreciarlo mucho mejor que yo. Especial momento cuando dedicaron Luna, tema instrumental de su primer trabajo, a uno de los miembros de la organización que nos dejó recientemente. Merecido homenaje, sin duda.

Bala, el dúo de Galicia, siguieron manteniendo la agresividad sonora en límites por encima de lo permitido. Guitarra y batería, o lo que lo mismo, V y Anx nos dieron una minimalista pero contundente patada en los huevos con su mezcla de hardcore, stoner, grunge, punk que, al final acaba haciéndose un poco monótona, pero que nos subió la adrenalina a tope. Temas como Human Flesh que suenan a los primeros Hole, o Joan Vollmer, no dejan prisioneros.

Three Trapped Tigers fueron la apuesta por el math rock más alocado. El trío de Londres, son especialistas en conjugar matemáticas y noise rock, buscando sonoridades extrañas de cualquier cachivache electrónico, jugando con cambios y patrones rítmicos irreverentes en los que la repetición de texturas, riffs, arpegios, punteos y ruído acaban creando melodías que se alejan de la lógica compositiva tradicional y entran en el terreno del algoritmo matemático. Porque hay belleza en las matemáticas, como demuestran temas como Silent Earthlings o Kraken,de su nuevo trabajo, Silent Earthlings. Poco a poco fueron alegrando al público, metiéndoselos en el bolsillo con sus chifladuras y convirtiéndose en una de las actuaciones del festival.

Tras esto, faltaban los putos Za!. La locura. No hay palabras para describir lo que hacen este dúo irreverente en disco, como para encontrarlas para describir lo que hacen encima de un escenario. Lo mejor el Breadcrumb Trail de Slint, en el que Sergio Aloud aprovechó para hacer crowdsurfing. ACOJONANTE final de fiesta que nos dejó a todos destrozados pero contentos.

Ahora ya sólo nos queda esperar hasta el próximo AMFest y ver si se consigue mantener o superar el estupendo nivel de este año. Esperemos.

 

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