Casi iniciar una semana con la palabra DESPEDIDA rotulada en la frente es complicado. Casi llenar la sala El Sol con un cartel compuesto por Alex Ferreira, Maga y The New Raemon es insultante.
Y así.
Podría detener la crónica ahí. Digamos que el espacio que separa el párrafo anterior del resto de la crónica expone un intervalo de tiempo de alrededor de dos siglos. Que es lo que separa a las personas que entenderán lo siguiente de los que decidieron que los martes por la noche, con bandas como las arriba firmantes, estar por encima y no acudir al encuentro es mejor.
El primer bloque del concierto –presentación del Día de la Música– tenía un protagonista claro. Bueno, cuatro: Nahúm García, Juan Diego Gosálvez, Manuel Cabezalí y Alex Ferreira. No es una apreciación propia (exclusiva), es real. Los chicos de la banda y el homónimo se desenvuelven casi igual en los videos que en directo. El resultado de ese puñado de canciones que referencian de manera directa El Afán es una sala de única dirección: hacia dentro.
Las canciones de Ferreira son viajes. Sin caer en el tópico de la banda sonora, como ocurre con Eddie Vedder y su ukelele. Las canciones de Ferreira concluyen en lugares, momentos, conversaciones y transacciones llenas de todo lo demás. Cuando ‘todo lo demás’ es lo que nos ocupa de forma directa y diaria.
Por Defecto, Altoparlante, La Apuesta, Rómpase en Caso de Incendio y Dulus Dominicus fueron algunos de los cortes incluidos en el repertorio. Una apertura de noche impecable. Igual que la evolución de Ferreira y su banda.
Tras ellos, como esperábamos, Maga y The New Raemon sobre el escenario. Algo, cuanto menos, especial desde que Ramón anunciase su retirada temporal.
No voy a negar mi obvia inclinación por su trabajo. No voy a hacerlo porque resultaría mezquino. Quiero decir, me gustan Maga, pero el tipo de la barba y acento catalán y su –por otro lado– nada pretenciosa manera de ejecutar cada canción absorbiendo lo más cotidiano de sí mismo, dispara todas mis alarmas de agradabilidad. Y me deshago.
He visto a The New Raemon alrededor de cuatro veces estos dos últimos años, pudiendo haberlo hecho más. La mayoría de ellas, sola. Los suyos son esos conciertos a los que no importa ir solo. Uno siempre se encuentra bien. Y así fue, esta vez no sola, pero BIEN. Una vez más, canciones como El Refugio de Superman, La Cafetera, Risas Enlatadas, Tinieblas, Por Fin, Silencio. A pesar del comienzo de Maga con Diecinueve y Hagamos Cuentas, el protagonismo era inevitablemente responsabilidad de Ramón, quien supo –como habitual en él– naturalizar los espacios entre canción y canción con pedacitos de ritmo hablado.
La consecuencia de ese puñado de canciones fue –casi a petición popular automática– Te Debo un Baile (versión de Nueva Vulcano, CASI NADA) esta vez sin ralentizar. Después del obligado bis introducido por Maga con Hasta Despertar, Ramón hizo que muchos de nosotros quisiéramos quedarnos a vivir en esos 2 minutos 19 de tema.
Ojalá.
Y ojalá más.