Juliette Binoche interpreta a una actriz consagrada a la que le ofrecen interpretar el personaje al que se enfrentaba en la obra que la hizo famosa hace 20 años y cuya actriz acabó suicidándose.
La sinopsis ya deja ver que estamos ante un guión con aristas y en el que se hacen preguntas de difícil respuesta.
Assayas (Las horas del verano, Carlos) logra hacer una afilada reflexión sobre el mundo de la interpretación y la fama y cómo ésta aísla a quien la sufre (o disfruta). Y lo hace logrando una gran interpretación de la siempre perfecta Binoche y lo más sorprendente, consiguiendo una gran réplica de Kristen Stewart (parece que consiguiendo alejarse, al igual que ya hiciera su compañero Robert Pattinson, de Crepúsculo) y unos buenos minutos de Chloe Grace Moretz (Kick Ass, Carrie).
El juego entre las dos protagonistas, estrella y asistente, la necesidad y fascinación o dependencia que sienten entre ellas vertebran la película.
Pero también las inseguridades de un intérprete, siempre abriendo sus sentimientos a los demás y con problemas para llevar una ordenada vida personal.
El conjunto consigue un retrato femenino lleno de sensibilidad que abarca a dos generaciones.
Si se le puede poner un pero podría ser que alguno de esos temas sugeridos quedan en mero apunte y confunden la profundidad de otros temas.
En cualquier caso, la sensibilidad y el acierto al hablar del paso del tiempo, los medios de comunicación, la homosexualidad, el machismo y el juego de ficción y realidad, unido a la historia real de las preciosas localizaciones, (donde pasó tiempo de retiro Nietzsche y se rodaron parte de las películas de Leni Riefensthal que tanto gustaron a Hitler), dejan un poso que bien merece un segundo visionado.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 6/10
