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The Artist, Michel Hazanavicius, 2011.

The Artist, Michel Hazanavicius, 2011

Hay películas que simplemente te hacen reencontrarte con uno mismo, que consiguen que esboces una sonrisa al salir del cine y que irremediablemente pasan a la historia por su capacidad de hacernos soñar con los mínimos recursos. The Artist es una de esas películas.

Aunque a priori parezca simplemente un homenaje al cine mudo, bajo esa fachada se esconde una historia de amor que no es sólo de amor al cine. La relación entre los dos protagonistas recuerda sobremanera a la de Gene Kelly y Debbie Reynolds enCantando bajo la lluvia y, de hecho, la historia parte de una manera similar, siendo Peppy (Berenice Bejo), la joven aspirante a actriz la que eclipsa a otra estrella, aunque su desarrollo posterior no tenga que ver con la película de Stanley Donen, queda claro que la historia gira en torno a dos personas, dos épocas, divertida y conmovedora pero compleja y hermosa, y es que aunque The Artist juega a las mismas bazas que otras que ya retrataban esa misma época en la que el sonido consigue apagar a las grandes estrellas de los estudios, una metáfora genialmente planteada en esos gritos sordos de George frente a la cámara de cine mudo, que expresan mejor que ningún otro el ocaso de una época. La gran baza de esta genial película es precisamente ésa; el saber jugar con las imágenes y la expresividad ya sea en una escena íntima junto a un simple vestido o en un número de claqué, las emociones no paran de sucederse.

Hay numerosos guiños que el espectador no acostumbrado a los clásicos de este tipo cogerá al vuelo sin problema, otros sin embargo están más enfocados hacia el cinéfilo, especialmente en la estética y referentes que usa. Sin ir más lejos, el propio protagonista, George Valentin (Jean Dujardin) es el alter ego de Rodolfo Valentino, «latin lover» y actor fetiche del hollywood más glamuroso de los años mudos que se hundió antes de la llegada del sonoro (murió en 1926, lo que provocó el suicidio de varias fans y todo un escándalo en la época).

En cualquier caso, la falta de originalidad de la película está fuera de toda duda; primero porque homenajea al cine mudo de los años veinte usando todo tipo de recursos propios de la época y precisamente por eso, entre otros aspectos, triunfa, ese reencuentro por todo lo alto del cine mudo con el gran público. Pero hay que reconocer que no es la primera película muda actual en triunfar como se está intentando vender, sólo en los últimos diez años podemos hablar de la grandísima obra del canadiense Guy Maddin, que además de la muda Drácula: pages from a virgin’s diary ha utilizado los códigos del cine de la década de los veinte para labrarse una carrera autoral propia que nada tiene que envidiar en calidad a la de esta película. Pero más allá, el propio director de The Artist, el francés semidesconocido, Michel Hazanavicius, llevaba años realizando películas con sabor añejo, pero no en el mismo sentido que lo pudo hacer, por ejemplo Soderberg en El buen alemán (2006) sino dedicando todos los esfuerzos de la producción, esto es, tipos de cámara, formas de hablar y de rodar, para mimetizar películas de aquellos años en sus films de espías OSS17: El Cairo nido de espías y OSS17: Perdido en Río que homenajean las películas de los años 40 y a James Bond. No en vano, se trata de una senda por la que el cine parece ir desde hace algún tiempo, prueba de ello es, por ejemplo, la versión muda de Blancanieves que se estrenará en 2012 con Pablo Berger llevando la batuta y Marivel Verdú a la cabeza del reparto.

En definitiva, The Artist es una película gloriosa que no puede más que cautivar a todo el que la vea por su enorme capacidad para sorprender, entretener, enseñar y sobre todo emocionar, un clásico instantáneo de los que sólo se producen una vez cada mucho tiempo.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 9 / 10

Ángel Vilar

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