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Séptimo, de Patxi Amezcua, salvada por un gran ‘goleador’

Permitidme un símil futbolístico para referirme al segundo largometraje de Patxi Amezcua:  No vale con fichar estrellas, en este caso actores, para vender más camisetas, en  este caso entradas. Hay que mostrar resultados. Y los de Séptimo probablemente serán buenos para la taquilla, pero no para el Cine en sí.

Séptimo reúne todos los requisitos para hacer una gran temporada, tanto en España como en Argentina, al tratarse de una coproducción de ambos países: una premisa simple pero muy sugerente y una plantilla consagrada, de Primera División. El éxito en taquilla está tan asegurado como que un equipo cuelgue el cartel de “No hay butacas”  en un derbi. Y sin embargo, la sensación al salir del cine es que éste equipo sólo ha logrado un empate cuando podría haber ganado por goleada.

Hay que reconocer que el planteamiento, aunque no original, no carece de atractivos. Un padre y sus dos hijos juegan a ver quién llega primero a la calle desde un séptimo piso: si el padre en el ascensor o los niños por las escaleras. Cuando el padre llega a la planta baja, resulta que los niños no aparecen y empieza una búsqueda frenética por parte del padre (Ricardo Darín) y la madre (Belén Rueda) por encontrarlos.

¿Qué se tuerce entonces en Séptimo para que el resultado final parezca forzado, insulso y decepcionante? Sherlock Holmes aseguraba que “Nada resulta más engañoso que un hecho evidente”. Pues ahí está la clave, querido Watson. Que la idea es buena, pero el desarrollo es muy pobre y el desenlace, previsible.

¿Qué salva entonces que la película no termine en derrota?

Por un lado, el estadio donde sucede la trama: Buenos Aires. Si bien es cierto que si se hubiera grabado en Madrid, el resultado no cambiaría demasiado, la capital argentina le imprime un ritmo caótico a la acción que la española no puede ofrecer.

Por otro lado, un Ricardo Darín soberbio, como siempre. Una apuesta segura  para atraer al cine a los espectadores de los dos lados del charco. En ocasiones el personaje parece estar cansado no sólo de subir y bajar escaleras, sino de la propia película. Pero es Darín y está ahí para salvar el partido, para llenar con su interpretación los vacíos que deja la trama en la defensa.

Si el personaje de Sebastián hubiera sido protagonizado por otro actor, probablemente estaríamos haciendo una crítica diferente.

 

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 5/10

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