Más de dos mil años después de que Platón formulara su teoría política basada en la idea de un Gobierno formada por filósofos, el cineasta italiano Roberto Andò ha decidido adaptar al cine su novela El trono vacío (2012) y poner en práctica parte de la fórmula.
El argumento de ambas parte del mismo punto: Giovanni Emani, un alocado y divertido filósofo bipolar, se verá obligado a sustituir a su hermano gemelo Enrico, secretario general del principal partido de la oposición, cuando éste decide desaparecer de la faz de la tierra.
La trama no resulta realmente innovadora, ya se encargó Mark Twain de intercambiar los roles de dos personas con enorme parecido físico en El príncipe y el mendigo. Incluso la desaparición del líder político puede recordar a la del Papa al que interpretaba Michel Piccoli en Habemus Papam de Nani Moretti. ¿Qué tiene entonces de original esta comedia italiana?
Por un lado, el tema que trata. La desafección ciudadana contra los políticos que se está viviendo en Europa y, sobre todo, en el Sur, no podría ser más actual. La verdadera regeneración democrática a través del cambio de las reglas del juego es la promesa política del discurso de Giovanni, que pretende liberar a los italianos del miedo. ¿Os suenan estas ideas, sobre todo después de lo que ha pasado en las elecciones europeas?
Por otra parte, la interpretación magistral y elegante de Toni Servillo, en este caso, por partida doble. El político deprimido contra el filósofo loco, o cómo son los políticos de nuestras democracias y cómo deberían ser (o nos gustaría que fueran).
Giovanni critica a la clase política con una oratoria impregnada de ilusión y esperanza sin importarle en absoluto la imagen que proyecta sobre el electorado. Son palabras fáciles, claro, un discurso hueco; populista diría alguno, y propias de alguien alejado de la realidad. Pero, ¿acaso no está también alejado de la realidad su hermano Enrico?
Se ha acusado a la película de falta de valentía. Y es cierto que se queda a medias en su carga contra la clase política y se han explotado poco las posibilidades que ofrece el juego de dos personalidades tan opuestas. El humor que domina la primera parte de la trama pierde eficacia a medida que el guión se torna melodramático, en ese viaje entre Roma y París basado en la necesidad de adaptar la novela. Sin embargo, la película es ágil, fresca y actual.
¡Viva la libertad! es una comedia ligera sobre un asunto muy serio. No defiende ni reivindica, simplemente da pistas de lo que podría ser otra política distinta a la que tenemos. Y de acuerdo, no es La gran belleza. Pero son necesarias más películas como ésta.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10