Mucho sabemos ya de todos y cada uno de los presidentes de Estados Unidos y de la infinita lista de películas que nos cuentan sus hazañas, pero acerca del complot que se creó para asesinar al presidente Abraham Lincoln, uno de los más notables que tuvo que lidiar con un capítulo doloroso y sangriento de la historia de USA, han sido más bien pocas.
Puede que el director de La Conspiración, Robert Redford, pensara lo mismo y puede que suene como una trama ideal para una superproducción a lo grande, como se hace todo en USA. Pero Robert Redford tiene otro estilo, más intimista, más desde el corazón y así lo ha hecho.
La trama no sólo se centra en dicha intriga, sino en la situación en la que se ve inmersa la madre de uno de los asesinos de Lincoln, Mary Surrat, trágicamente el único que se da a la fuga.
Ésta, prejuzgada por todo el país y por su propio abogado, joven e inexperto, trata de que un jurado militar que de antemano la condena, muestre misericordia y la deje libre por un crimen que no es otro más que el ser mujer en aquella época e intentar salvar a su hijo por encima de todo.
La hija de ésta, Anna Surrat, y el propio abogado, deben pasar por situaciones de repulsa por parte de sus vecinos y amigos por permanecer a su lado.
Con este panorama se podría caer en la sobreactuación o en el dramón de lágrima fácil, pero Redford no hace ni una cosa ni la otra.
Muestra la crudeza de la situación, el ambiente del Washington de la postguerra y las emociones contenidas en la claustrofóbica celda donde tienen a la madre encarcelada.
Se plantean temas como la defensa de un abogado por encima incluso de sus creencias acerca de la culpabilidad de su cliente, la presunción de inocencia y, sobre todo, la crudeza de no tener ni tan siquiera la posibilidad de conseguir una defensa digna en una época muy dura para las mujeres.
El guión no se centra mucho en el resto de los detenidos y autores reales del asesinato del presidente, sino en la relación entre el abogado y la madre del fugitivo.
Con un elenco de actores de lo más variopinto, James McAvoy (un escocés con una dicción perfectamente sureña), Robin Wright y Evan Rachel Wood, como madre e hija, y a destacar Kevin Kline como el secretario de guerra bajo el mandato de Abraham Lincoln. El director recrea vívidamente la época de la post guerra de secesión en una cinta un tanto oscura, al igual que la época, sacando un gran partido a su elenco de actores.
El trabajo de dicho elenco merece ser destacado. El hecho de que James McAvoy sea realmente escocés haciendo de abogado americano es irrelevante ya que su imitación del acento sureño roza la perfección.
El protagonista y Robin Wright representan dos personajes de gran humanidad en situaciones límite con mucha naturalidad (aunque el personaje de ella queda un poco desdibujado), ambos están brillantes.
Kevin Kline está irreconocible interpretando un papel muy alejado de sus anteriores trabajos y Tom Wilkinson, como siempre, de sobresaliente.
En ningún momento el ritmo de la película se ve alterado y la tensión se mantiene hasta el final.
La American Film Company, productores de esta cinta, es una asociación de reciente creación que desea producir proyectos basados en la historia de los Estados Unidos, eligiendo éste como su primer proyecto.
Impresionante el diseño del cartel con el rostro de Abraham Lincoln tal cual se sienta en su silla de Washington DC, aunque hemos descubierto dos posibilidades más: el típico cartel con los rostros de los protagonistas y otro con cuatro sillas y tres sogas colgando sobre ellas, un estilo más orientado al director manchego Pedro Almodóvar.
Cuál se utilizará en las salas de nuestro país está por ver.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS 7/10