Este hermoso documental, de apenas cuarenta minutos de duración, nos introduce dentro de una narración poética sobre el terremoto y consecuente tsunami que devastó la costa japonesa en marzo de 2011, coincidiendo con el inicio de la temporada de floración del cerezo, árbol tradicional japonés al que se le asignan diversas propiedades espirituales tales como fortaleza o suerte. Se establece así desde el principio un símil entre la reconstrucción del pueblo japonés y el florecimiento de dicho árbol, los supervivientes de la catástrofe y sus ganas de vivir.
Con todo ello, nos encontramos ante una obra sensorial, que narra además de sugerir con sus poéticas (y horribles en el caso del día de la catástrofe) imágenes que redecoran una historia que podría haber dado para más, aunque, en cualquier caso, el formato elegido y la duración es la precisa y exacta para una historia de estas características, un documental que además basa sus bazas más en la capacidad del espectador de extraer un discurso propio más allá del que todos conocemos sobre la catástrofe japonesa. A esto ayuda que la coproducción sea internacional (EEUU, Reino Unido y Japón).
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10
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