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Eva (Kike Maíllo, 2011)

EVA LA PELÍCULAVisualiza un paisaje completamente frío, nevado… Entre ese frío y esa nieve descubres un medallón en el suelo. ¿De quién será? Una muerte anunciada… Así empieza esta historia de ciencia ficción, sin ciencia-ficción en estado puro, pero creando buenas expectativas.
 
No sufras, que los elementos claves para una película de ciencia-ficción no se hacen esperar en Eva. Estamos en el 2041, los humanos conviven con los robots en armonía. En el 2041 sí, pero lo retro y lo ‘reciclado’ están a la orden del día. La atmósfera creada por el director Kike Maíllo es lo de más interesante y la puesta en escena impecable. Se trata de un futuro nada futurista, asombroso y preciosista en muchos momentos, pero en absoluto ostentoso. Y eso se agradece. Se agradece la ‘normalidad’.
 
Percibimos normalidad pero no deja de ser una película sobre robots. Precisamente por este curioso contraste prefiero evitar las comparaciones, como se han atrevido a hacer tantos, entre Eva y otras películas como Inteligencia Artificial o Blade Runner, y ni mucho menos con Gattaca (que ni siquiera tiene la inteligencia artificial como fondo). No busquéis en Eva nada parecido.
 
Y no deja de ser una película sobre robots, pero tampoco deja de ser una película sobre personas. Sobre personajes. Un drama. En este sentido, Kike Maíllo lo deja claro. Seguramente el espectador sienta que la ciencia-ficción pasa a un segundo plano, que la inteligencia artificial pasa a ser inteligencia emocional. Aunque esa inteligencia emocional no llega a calar como debiera…
 
Tanto Daniel Brühl como Marta Etura son actores con un talento de sobra conocido y reconocido, sin embargo parece que en Eva no se atreven a cruzar esa línea que diferencia a un actor cálido de uno frío. Se echa de menos la emotividad a la que de por sí llama la película, falta una chispa. Una chispa que sin embargo prende con la pequeña Claudia Vega,quien da vida a Eva, en pantalla.
 
Los ingredientes están en su justa medida: efectos especiales y realidad, curiosidad y discreción, amor y desamor, confianza y celos, sonrisas y lágrimas… Cuenta con un argumento bien ideado. Resumidamente. Un joven y prometedor investigador que se marcha dejando atrás un proyecto a medias y al amor de su vida. Regresa para realizar un trabajo laborioso: crear un robot niño con sentido y sensibilidad, con sentimientos libres, como los de cualquier humano. Y a su regreso el amor de su vida está casada con su hermano y tienen una hija, Eva. El joven y prometedor investigador crea muy buenas migas con Eva, su sobrina. Y hasta ahí puedo leer. Aparentemente todo está bien cocinado…
 
En definitiva, el resultado es correcto, es una historia curiosa cuanto menos, pero le falta un poquito de sal. Da la sensación de que Kike Maíllo no ha logrado exprimir todo el jugo que podría haber sacado de esta historia (su primer largometraje), se ha quedado en cierto modo en la superficie.
 
Pero, a pesar de todo, lo que sí ha conseguido el director es crear un equilibrio bastante acertado entre la ciencia-ficción pura y dura y el drama, un equilibrio que seguro le abrirá las puertas a espectadores de gustos de lo más dispares.
 
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS 7/10

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