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Estrenos… Pompeya

Kit Harington se ha convertido en todo un reclamo, y más si es posible verle con el torso al descubierto…. El primero –que no el único, ya veremos más adelante-, en aprovecharse de esta realidad ha sido Paul W.S. Anderson. El director de la saga Resident Evil ha conseguido sacar a Jon Nieve de la marabunta de Juego de Tronos para colocarle en otra no menos complicada tesitura: la vivida en Pompeya en el año 79 de nuestra era.
A pesar de este gran salto cualitativo lamento informar a los seguidores que así lo deseaban, de que para ver al hijo bastardo de Lord Eddard Stark en un registro completamente diferente al que nos tiene habituados habrá que esperar un poco más. Kit Harington, en el rol de gladiador romano es también más bien parco en palabras y es también más bien un personaje de acción.
He de decir que la escasez de diálogo no es algo que se limite al personaje que interpreta Harington en Pompeya. Es la tónica general en toda la cinta. El guión es pobre sí, pero además lo poco que se dice es tan falto de originalidad que cada frase evoca a otras tantas nombradas en multitud de películas. Es más, me atrevo a decir que la propuesta de Anderson se puede resumir en tres frases míticas del cine:
– La introducción con aquella que decía: “No ayudo a personas que tienen problemas con caballos, de hecho ayudo a caballos que tienen problemas con personas” de El hombre que susurraba a los caballos.
– El nudo con: “Hola. Me llamo Íñigo Montoya. Tu mataste a mi padre… ¡Prepárate a morir!”, de La princesa prometida.
– Y para rematar el final aquella de: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”, de Casablanca.
Además de todas esas frases que a uno le pueden venir a la cabeza mientras se desarrolla esta historia, es inevitable pensar también en las múltiples versiones cinematográficas que se han hecho sobre la novela de Edward Bulwer Lytton: Los últimos días de Pompeya. Pero me voy a centrar tan sólo en la del 1959 de Bonnard y Leone, por las semejanzas visuales.
 
POMPEYA
Un detalle, el del momento en el que la pareja protagonista se encuentra por primera vez: el culpable de salte la chispa entre ambos es un caballo ‘que tiene problemas con personas’. Otro detalle, el de la semejanza entre la actriz Christine Kaufman en la versión del 59 y Emily Browning en esta. Son clavadas. Pero también hay alguna diferencia destacable. La de Anderson no es una versión de la famosa novela. Él cambia al centurión por un esclavo. Nada que ver, claro…
El argumento es seguramente mucho más simple y patético de lo que Anderson había pretendido… pero también he de romper una lanza a su favor, a favor de la parafernalia. Pompeya es una película de acción, no hay que buscar moraleja ni poesía, y en ese sentido no decepciona. Lo que a mí me seducía de la película, -además de Kit Harington, obvio- era ver la recreación de esa ciudad gloriosa. Dice el director que estuvo seis años documentándose sobre la catástrofe que enterró a Pompeya y Herculano bajo las cenizas del Vesubio, así que no esperaba menos. Tampoco esperaba más…
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 5/10

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