Ahora que estamos en plena semana del festival de Sitges es llamativo comprobar cómo ha tardado más de un año en estrenarse una película con premio al guión en del año pasado (además de premios como opera prima en otros festivales) y además de un género con bastante aceptación en las salas. Es un dato bastante significativo de cómo se comportan las carteleras en nuestro país.
El director es primerizo, y aunque haya sido ayudante de Gore Verbinski y guionista en varios de sus proyectos (Rango o Piratas del Caribe), hace aquí una irrupción parecida a la de Christopher Nolan con Memento (un poco por las similitudes de la trama y la elección de género como primera película).
Unos amigos se reúnen para cenar y comentan que un cometa está esos días surcando el cielo. Las relaciones personales entre ellos se empiezan a mezclar con sucesos extraños supuestamente provocados por el cometa. Y como película de la que no se puede desvelar mucho sin destriparla, es difícil explicar algo más. Digamos que los planos paralelos juegan un importante papel y cómo reacciona el ser humano como individuo y como grupo a una situación violenta o simplemente inexplicable. Las similitudes pueden venir de Buñuel y su Ángel exterminador, algún que otro capítulo de Fringe, o 12 Monos de Terry Gilliam.
Una película sencilla rodada en menos de una semana, prácticamente en un solo escenario y con un puñado de actores solventes sin más. Por tanto todo se sustenta en el guión, sin el apoyo de un gran presupuesto para efectos, y en mantener la tensión y crear la sorpresa del espectador.
Puedes entrar al juego de intentar analizar la total coherencia de cada giro de guión, pero solo generará frustración. Mejor dejarse llevar para poder disfrutarla.
El rodaje, además, se hizo en el salón de la casa de Byrkit y no existía un guión propiamente dicho, pero sí un amplio tratamiento y desarrollo de personajes, que cada uno de los actores iba recibiendo cada día al empezar la jornada.
Es cierto que tampoco es que invente nada, pero lo que cuenta lo hace con gracia y el experimento planteado por el director puede resolverse como un éxito.
Aunque si hay que poner algún pero, en su parte inicial tiene un punto de narración televisiva, con transiciones entre secuencias y escenas forzadas (supongo que obligadas para mantener la coherencia en la improvisación de los actores).
Totalmente recomendable para amantes del género y espectadores que no se asusten fácilmente ante lo fantástico y los juegos de la trama.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 6 /10