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Entrevistas Crazyminds con… Sebastián Alfie: “Me he dado cuenta de que el documental es mucho más creativo que la ficción”

Lo dice él mismo en su propio documental, hay casualidades de la vida que te dan ciertas oportunidades que no puedes dejar pasar. A Sebastián Alfie, director freelance, cargado de sueños como todos, le contrató la Fundación Ojos del Mundo para hacer un corto de tres minutos sobre la ceguera en Bolivia. Tenía que ser algo diferente, algo que destacase entre las múltiples aproximaciones audiovisuales que se han hecho sobre este tema.
Cuando fue a buscar la mejor cámara para llevar a cabo tal propósito se encontró con Gabor, un ex director de fotografía húngaro que se dedicaba a alquilar equipos de rodaje. Era ciego. En ese momento a Sebas se le ocurrió una idea que cualquier persona del mundo audiovisual habría desechado desde el primer momento: que él fuera su director de fotografía… Pues bien, además de cumplir con el encargo de la fundación con una imagen rodada por alguien que no ve, ha hecho un documental emotivo, bello, con un mensaje de esperanza y superación en el que el protagonista es este amante del cine: Gabor. Un regalo.
La hazaña llevada a cabo tanto por Gabor como por Sebas -por cierto premiada en varios festivales- intriga a cualquiera, por eso en Crazyminds hemos preguntado directamente al instigador de este proyecto aparentemente imposible…
Crazyminds: Después de ver a Gabor en pantalla, de conocer su trayectoria, entendemos por qué es necesario contar su historia, pero de ahí a llevarle hasta Bolivia… ¿de dónde sale la fuerza y el valor para hacer algo así?
Sebas Alfie: Yo creo que sin riesgo no hay película. Hay muchas películas sobre la ceguera, hay muchos documentales, entonces si yo quería tocar el tema tenía que hacerlo de una manera distinta y aceptar algunos riesgos. Yo creo que sale de ahí la fuerza para hacerlo.
CM: Cuando conoces a Gabor, ¿qué es lo primero que pasa por tu cabeza? A parte de hacer el documental, claro…
SA: Lo primero que me viene a la cabeza es: ‘qué fuerte que es el amor al cine’. Qué fuerte es como para que alguien aún sin ver siga viviéndolo con esta pasión. Es como si eres un diabético y trabajas en una chocolatería, amas tanto el chocolate que no puedes estar lejos de él a pesar de no poder ni tocarlo. Me llamó mucho la atención eso y me llamó la atención además porque es algo que yo comparto. Cuando sientes esa llamada no puedes dejar de escucharla.
CM: ¿Después de hacer esta película te has planteado qué harías tú si te pasase algo parecido a lo que le ha pasado a él?
SA: Buena pregunta…
CM: No vale hablar de suicidio…
SA: (Risas) Bueno, lo he pesado muchas veces. No sé cómo reaccionaría… Lo que sí me ha enseñado Gabor es que la vida no se termina por no ver. Lo que nos da fuerza para vivir es hacer felices a los que nos rodean y eso lo puedes hacer sin ver; disfrutar el arte, eso lo puedes hacer sin ver, de hecho Gabor es amante de la música, es un gran ‘lector’ de audiolibros… puedes hacer deporte, puedes enamorarte, puedes seguir dándole sentido a tu vida a pesar de no ver. Lo que pasa es que para nosotros que vemos, más ahora que todos tenemos un móvil, un ordenador, ese sentido está como sobrepasado. Nos llega todo por la vista, entonces es como ‘¡ay, no puedo ver, se terminó mi vida!’. A mí me parece que la película es un poco una reflexión sobre eso, sobre la importancia que le estamos dando a lo visual.
CM: ¿Podríamos decir que es esta la mayor ‘lección de vida’ que te ha dado hacer esta película y, en concreto, trabajar con Gabor?
SA: He aprendido mucho con esta película, no solo sobre lo visual, también he aprendido sobre cine, porque Gabor me ha enseñado mucho. Él es un director de fotografía con mucha experiencia y cada vez que he filmado con él he aprendido algo, ha sido un buen maestro para mí.
CM: De las cosas que has aprendido de Gabor sobre cine, ¿cuál destacarías?
SA: Te doy un ejemplo: estábamos filmando a una niña con su abuela que caminan por una vía de tren abandonada, entonces Gabor se acercó a la niña y le pidió que cuando caminara que se subiera al riel, esto es algo que hacen los niños habitualmente, algo que todos hemos hecho cuando éramos niños, que vas al parque y te subes a un bordillo y te gusta hacer equilibrios… la verdad es que es preciosa la imagen. Y le digo: Gabor, ¿cómo se te ocurrió?, y me dijo: para filmar a un niño tienes que pensar como un niño. Esto me ha hecho pensar bastante.
gabor
CM: ¿Y qué has desaprendido? Porque suele pasar que en la escuela de cine te enseñan ciertas cosas y cuando llega alguien de ‘la escuela de la vida’ te lo tira todo por tierra…
SA: ¿Qué he desaprendido? Pues… yo pensaba que la ficción es el género más creativo para un director. Los directores tenemos siempre el sueño de hacer una película de ficción porque pensamos que es donde más creativos vamos a poder ser y me he dado cuenta de que el documental es mucho mas creativo todavía, porque no solo trabajas con tu idea, sino que la vida, lo que va pasando, te va cambiando tanto las cosas que te obliga constantemente a estar re-trabajando. No se me ocurre, como director, una tarea que sea más satisfactoria que esta, es como que tienes a la vida o a Dios, te podría decir si fuera religioso, como co-guionista.
CM: Eso nos pasa a los periodistas… cuando me toca ir a rodar un reportaje soy de las que prefiere dejar que pasen las cosas, porque sueles ir con tu libretita, tu guión, todo bien planeado y terminas por hacer todo lo contrario…
SA: Es lo mismo, es esa sensación. Tu vas con tu libretita y te cambian las cosas, eso es lo bonito.
CM: Hay que asumirlo y dejarse llevar…
SA: (Risas)
CM: Aunque te hayas enamorado así de la magia del documental, ¿tienes pensado hacer una ficción a corto plazo?
SA: Sí, me encantaría claro. Estoy trabajando en un proyecto en este momento, me hace muchísima ilusión aplicar todo lo que aprendí en el documental a la ficción, porque también los actores no solo son actores, sino que son personas, entonces… pasan cosas con las personas. Estar abierto como director a lo que pase en el rodaje es algo que puedes aplicar perfectamente a una película de ficción.
CM: Gabor hace su propia reflexión en la película de lo que está viviendo pero, después de ‘escuchar’ el montaje final en el preestreno, ¿amplió esa reflexión, te dijo algo más?
SA: Gabor no sólo lo estuvo en el preestreno sino que participó en la edición del documental porque yo no quería dejar de enseñárselo, me parecía que lo justo era el lo viera y supiera qué es lo que yo iba a utilizar. Ahí siguió desplegando su sabiduría como cineasta y me hizo muchas sugerencias que adopté.
CM: Me parece un acto de bondad tremendo por ambas partes, ¿él te ha expresado su gratitud o sabes qué ha sentido con todo esto?
SA: Sí, yo creo que él está agradecido, creo que está contento con la experiencia pero también porque creo que al ser un hombre de cine el hecho de vivir un preestreno, de ir a un festival, de que te hagan una nota, de poder encontrarse con colegas, con guionistas, con otros directores de fotografía… claro, a cualquiera que le guste el cine, esto lo estimula.
CM: ¿Crees que esta película te ha abierto puertas para seguir trabajando como director de una forma más visible?
SA: Sí, desde luego que sí. Puedes poner en tu currículum que has hecho una peli, puedes poner los festivales, puedes poner por dónde ha pasado… pero sobre todo yo creo que a mí me ha hecho crecer como director y como persona, entonces eso también es algo que me llevo.
CM: ¿Tú te esperabas que tuviese tan buena acogida en los festivales y, sobre todo, te esperabas los dos premios que te has llevado en el Festival de Málaga y el de Documenta Madrid?
SA: La verdad es que no porque hay muy buenos documentales ahora dando vueltas y en los festivales. Todos hemos visto los documentales que se hacen en este país y me parece que el nivel está subiendo cada vez más, entonces no me lo esperaba para nada.
CM: Bueno, estas cosas obviamente se acogen con los brazos abiertos, pero sobre todo te dan más libertad para seguir trabajando, ¿no?
SA: Sí, la verdad es que estoy muy agradecido y sorprendido.
CM: Vives en Madrid, has vivido en Barcelona, pero tú eres argentino, ¿te planteas volver allí y hacer cine en tu país?
SA: No me planteo volver a vivir, pero sí que me planteo hacer cine allí porque es un país que le da mucho espacio al cine. Hay una política de Estado de apoyo al cine independientemente del gobierno que haya… el pueblo ha decidido que quiere tener una industria nacional. Esto lo digo como contraposición a lo que está pasando aquí, en donde parece que hubiera una cultura de asfixiar al cine y al cine independiente. Entonces desde luego si encuentro más facilidades en Argentina claro, el director de cine necesita apoyo para hacer sus películas y acá está muy complicado.
CM: Imagino que las mayores dificultades que has tenido no tienen que ver tanto con grabar con un director de fotografía ciego, sino con las trabas que te encuentras aquí.
SA: Totalmente, y eso que yo empecé mi proyecto hace como tres años, ahora la cosas están todavía peor, ahora no la habría podido hacer.
CM: ¿Hasta qué punto os ha facilitado la fundación Ojos del Mundo la producción?
SA: La producción ha venido por otro lado, Ojos del Mundo nos ha facilitado la logística y el acceso a estos personajes, que no es poco.
CM: ¿Cómo han reaccionado ante tal ‘evolución’ de su encargo?
SA: El cortometraje les ha gustado mucho, lo usan para la dar a comunicar su trabajo y les está dando buen resultado; y con el documental están contentos porque sienten que refleja bastante todo lo que se vive allí, todo lo que es trabajar en un entorno tan difícil como lo es Bolivia, la altura…
CM: ¡Tu ya has recuperado el oxígeno al menos!
SA: Sí, al subir al avión vuelves a respirar (risas)

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