Se ha pasado por Madrid discretamente, un par de semanas, para hacer algo grande: cine. Voy más allá: para hacer cine sobre cine, con un argumento que desnuda un rodaje. Nosotros le hemos estado siguiendo la pista… El director Roberto Castón ya está con la posproducción de su segundo largometraje, Los tontos y los estúpidos, y todo el que quiera todavía está a tiempo de aportar su granito de arena siendo mecenas de la película aquí. Es una de las soluciones a las que ha recurrido el equipo después de ver mermado el presupuesto. Esa, e intentar hacer otro tipo de cine, más experimental, low cost. Dicen que las crisis agudizan el ingenio, y este es un claro ejemplo de ello. Castón ha conseguido además meterse en el bolsillo a un equipo de lujo: actores de la talla de Roberto Álamo, Cuca Escribano, Nausicaa Bonnin o Vicky Peña forman parte del elenco.
Con este colchón bajo los pies el director vuelve a la carga después del gran éxito de su primera película, Ander, del que tristemente en España no pudimos ser partícipes… A pesar de haber triunfado en multitud de festivales tanto nacionales como internacioneles, a pesar de haber ganado más de una treintena de premios, – entre otros el premio CICAE de la Berlinale –, a pesar de haberse exhibido en otros tantos países… en el nuestro no vio la luz.
Crazyminds. ¿Qué tipo de problema crees que tiene la industria -o la moral nacional- para que una película como Ander, tan premiada tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, no haya conseguido distribuidora aquí?
Roberto Castón. El gran problema del cine español es la distribución, ya desde hace mucho tiempo. Hoy en día, hacer cine puede ser todo lo caro o barato que uno quiera, se pueden hacer películas con muy poco dinero. La cuestión es hacerlas llegar al público. En España no hay apenas distribuidores de cine independiente con alma independiente; es decir, que no arriesgan, y, si lo hacen, es previa subvención. Ander era una película de autor (desconocido), con actores desconocidos, de temática gay (y no comedia) y bilingüe. En principio, sus características la convertía en un producto de poco éxito, pero vistos los resultados de Francia, Bélgica, Italia u Holanda, está claro que atraía a muchos y a diferente público. Además, la película tuvo mucha suerte en el extranjero y muy mala aquí: fue a caer en las peores manos posibles: la distribuidora madrileña The Society, que no hizo nada por estrenarla y se quedó con los derechos durante 10 años. ¿Por qué? ¿Para qué? Eso sólo ellos lo saben.
C. ¿Temes que ocurra lo mismo con Los tontos y los estúpidos o en este caso este tema está más cerrado?
RC. No creo que suceda lo mismo, en primer lugar porque ya no somos tan novatos y sabemos movernos de otra forma en estos ambientes; en segundo lugar, porque la película tiene otras características que la hacen más «exhibible»: actores conocidos, historia más universal, duración estándar… De todos modos, la forma narrativa es atrevida y chocará a más de uno.
C. Tienes un reclamo estupendo… Cuentas con un reparto de lujo: Roberto Álamo, Vicky Peña, Nausicaa Bonnin… ¿Cómo les convenciste? ¿Hubo algún tipo de reticencia?
RC. Los actores se convencieron solos leyendo el guión, hasta el punto de trabajar todos «gratis» en este proyecto. Mis guiones podrán gustar más o menos, pero están muy trabajados y procuro que los personajes sean muy ricos, tanto para el espectador como para los actores. Para mí, el guión es la piedra angular de cualquier película. Si el guión falla, todo falla.
C. ¿Hasta qué punto crees que es bueno/malo que un equipo profesional como el vuestro, técnico y artístico, tenga que tomar la decisión de no cobrar para poder hacer cine?
RC. Por amor al arte, eso todos, aunque cobrásemos 🙂 No se puede hacer cine, sino lo amas, y aquí no había mucho dinero, pero amor… ¡buf! Hemos hecho la película en forma de cooperativa, repartiendo porcentajes de beneficios. Evidentemente, no es la mejor forma de trabajar, todos tenemos la «mala costumbre» de comer a diario y dormir bajo techo y para eso hay que ganar dinero. Pero, por otro lado, hemos sido todos tan libres y hemos creado tan a gusto, que solo por eso ya ha merecido la pena.
C. El rodaje ha sido express, intensivo ¿Cómo lo habéis vivido? Imagino que habrá quedado alguna anécdota que contar…
RC. Ha sido un rodaje lleno de nervios, pero también de amor, de respeto y de arte. Todo el mundo daba lo mejor de sí mismo en todo momento. A pesar del cansancio, nos acostábamos satisfechos y nos levantábamos al día siguiente con ganas de entrar en el plató. ¿Anécdota? Pues que cada día venía alguien del equipo con algo de comer que había hecho en su casa durante la noche anterior: un pastel, unas tortillas… Había piques gastronómicos 🙂 Algo típicamente vasco que se contagió a todos.
C. Tengo entendido que para hacer posible esta película, te inspiraste en otra de Lars Von Trier: Dogville.
RC. No. Las fuentes han sido otras muy diferentes: Teorema de Pasolini, Vania en la calle 42 de L. Malle o César debe morir de los Taviani. Otra cosa es que espacialmente tenga que ver algo con Dogville, porque casi toda ha sido rodada en un gigantesco plató, pero sólo a ese nivel, al del espacio.
C. De todo el viaje, que aún está por terminar… ¿qué es lo que te ha resultado más difícil y qué ha sido más grato?
RC. Lo más difícil quizá haya sido reescribir el guión para adaptarlo a una producción low cost, pero los retos hacen sacar lo mejor de uno mismo. Lo más grato: el proceso de creación con los actores y con el director de foto.
C. Ahora que ya sabemos cómo se ha cocinado esta película… ¿qué nos vas a contar con ella? ¿Quiénes son los tontos y quienes los estúpidos?
RC. La película cuenta la historia de un grupo de profesionales del cine que entra en un plató para leer/ensayar/contar/vivir la historia de Los tontos y los estúpidos. Sentados, al principio, alrededor de una mesa y siguiendo las indicaciones del director (interpretado por Roberto Álamo), los actores presentan el proceso de creación de los personajes y de cómo mediante los ensayos, la iluminación, el vestuario o el atrezzo, lo que al principio no era más que una historia plasmada en un guión se convierte en una película, en cine, en esa gran ilusión óptica que nos permite disfrutar de las historias en la gran pantalla. Los personajes representan, aparentan, esconden sus defectos y carencias, engañan y se autoengañan. Unos, para que todo cambie y al final todo siga igual. Otros, se hartarán en el camino de tanta mentira y actuación y apostarán su felicidad a una sola carta.Y es que no es lo mismo ser tonto que ser estúpido.
C. Para hacer posible tu película, has recurrido al micromecenazgo de los amantes del cine… ¿Crees que, hoy por hoy, esta es la única alternativa para dar voz al cine independiente? ¿Qué otros medios podrían existir o existen?
RC. El arte ha de ser público y ha de tener una función pública y, por tanto, el Estado tiene que ser un participante económico activo. El crowdfunding es una gran idea con sus ventajas e inconvenientes, pero no es la solución.