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Entrevista Crazyminds con… Lluis Miñarro: “Si ‘Stella Cadente’ cobra actualidad es por cierto inmovilismo”

Casualidades de la vida, Lluis Miñarro -después de dirigir dos documentales-, estrena su primer largometraje de ficción en un momento ‘convulso’, como lo fue, salvando las distancias, el periodo que vino a gobernar el protagonista de su Stella Cadente, Amadeo de Saboya, al que sucedió la Primera República Española.
Quizá la abdicación de nuestro actual rey, anunciada ayer, sea la mejor de las promociones para su película, para revisar la historia, para presentar, o mejor dicho recordar, a otro rey que también quiso cambiar las cosas en este país. Sobre este tema, pero sobre todo, sobre su particular propuesta, hemos charlado con el cineasta. Cineasta sí, porque, a pesar de haber dado el paso de la producción a la dirección después de dos décadas dedicado a lo primero, él prefiere que le presentemos así, “que implica todo”, nos dice, “porque no quisiera desperdiciar la oportunidad de producir películas para otros siempre que el proyecto me interese y su creador me interese también, primero como persona y después como cineasta. Tampoco quisiera dedicarme a partir de ahora solo a dirigir porque es una hipótesis muy relativa, como todo, pero sí me gustaría continuar dirigiendo películas”.
Dicho esto, y dadas las características poco habituales de Stella Cadente, le hacemos la primera pregunta obligada…
 
C: Te estrenas en la ficción con una propuesta muy peculiar… ¿conscientemente?
LM: Sí, claro. Yo soy partidario de un cine no necesariamente narrativo, o, aunque haya narración, que de alguna forma vaya ofreciendo diversas capas o diversos matices para que el que quiera pueda jugar con ellos.
 
C: ¿Cuál ha sido la mayor inspiración? Porque hay en el metraje muchas fuentes de las que, intuimos, has podido beber…
LM: Esta película de alguna forma representa mi experiencia vital, es decir, están las cosas que de alguna forma a mí me han emocionado, sea música, pinturas, telas u otros objetos… flores animales, ¡tantas y tantas cosas! Y están ahí implícitos en el desarrollo de la historia, aunque la historia tiene su linealidad también y se entiende perfectamente. En otro momento de mi existencia no podría haberla hecho porque es como un resumen de muchas cosas anteriores mías y también, por supuesto del cine, de la gente con la que he trabajado como productor, de las películas que a mí me han impactado… Tiene este aspecto un poco puzle porque también participio de la idea de que el cine puede ser como una pieza musical en la que caben diversos elementos: puede haber un allegro, un andante, un allegro ma non troppo, o sea, diversos movimientos que al final componen una sinfonía. He intentado hacer lo mismo en una película.
 
C: Eso recuerda a Wes Anderson…
LM: Sí, de alguna manera puede ser Wes Anderson desde otra perspectiva totalmente distinta (risas).  Hay secuencias en la película que podrían verse como autónomas y que sin embargo, entre ellas, entrelazadas forman parte del total.
 
C: Es una película cargada de símbolos, tantos que bien podría venir acompañada de libro de instrucciones… Y tanta importancia parece que tienen que a uno de ellos hasta le has cedido espacio en los créditos: la tortuga es presentada como ‘La Divina Providencia’…
LM: Porque la tortuga es un animal que tiene larga vida, pasa desapercibida, pero lo observa todo y no interviene.Hay mucha, como bien dices, simbología. Una podría ser Lewis Carroll y Alicia en el País de las Maravillas, porque este rey desde que llega a ese castillo fantasma no sale y a parte, hasta los conejos le abandonan. Podrías ver a Amadeo así, como una Alicia perdida en el País de las Maravillas, que es España. Otro símbolo son las relaciones entre los personajes, que son siempre de a tres, porque el tres es un número cabalístico, representa la creación: el rey con los personajes Lola Dueñas y  Bárbara Lennie, que son su amante y su mujer; a la vez Lola Dueñas con el rey y con el asistente del rey, el personaje de Lorenzo Balducci; éste a su vez con la amante del rey y con el criado; los ministros con el obispo y el obispo con los ministros… Verás cuando empiezan a torcerse las cosas en el palacio, que es como si hubiera llegado el mal, que hay un billar en el que aparece el espectro de la muerte, tiene cuatro ángulos, el número cuatro como símbolo de muerte, una cruz invertida como que es el malino el que ha aparecido… Luego hay simbologías más concretas como pueda ser en ciertas escenas de violencia intelectual: cuando los ministros no aceptan el discurso del rey los claveles son rojos, el rojo, el clavel: España, pasión.  En un momento cuando él dice que es un rey republicano hay un ramo de lilas encima de la mesa, color malva, nostálgico. Hay como una escena velazqueña, dónde se burlan de él… Todo cuenta, las joyas también son elementos muy seductores, como puede ser el anillo que él regala al final, significa que se está empezando a desprender de su presencia y de su capacidad de ser rey… ¡Cantidad de cosas! (…) Una roca al final origina un manantial, símbolo de esperanza, siempre las cosas pueden cambiar, siempre se puede ir hacia otro lugar. También hay mucha propuesta plástica, por ejemplo un momento en el que está el rey con la reina, que se acuestan, es como las láminas japonesas de Utamaro (…) Continuamente hay un juego con el espectador también, una ironía, para demostrar que las cosas no son lo que aparentan.  Si quisieras sacar un mensaje de esta película podría ser que nada es lo que parece. Estamos muy acostumbrados a darle mucha solidez a todo lo que vemos y tocamos y sin embargo hay otras capas en nuestras vidas, hay otras dimensiones que no conocemos pero que están operando también.
 
C: Das voz a un personaje histórico, sin embargo el relato es muy introspectivo, ¿por qué has decidido contarlo así? 
LM: Por varias razones. Hay aspectos que podrían interpretarse como parte del paisaje mental de ese rey, como si todo fuera soñado. Puedes ver la película también de la otra manera, simplemente narrativa, pero puedes verla como si fuera una especie de ensoñación, más allá del tiempo, del espacio y de la realidad. Luego podrías ver en ella aspectos de mi personalidad y de lo que ha sido o está siendo mi trayectoria en el cine, las dificultades que he ido encontrando, los silencios que he obtenido,  cómo no se me han facilitado ciertas cosas después de haber producido treinta películas que han estado representando a España en más de 800 festivales internacionales durante estos veinte años, y cosechando 80 premios… Las dificultades que se encuentra no solo yo, sino cualquier persona ante unos estamentos de poder que no quieren aceptar ciertas cosas. También la podrías ver así. Y luego, por supuesto, la puedes ver como un juego, toda la película es como un juego y el espectador tiene los elementos para seguir todo ese proceso. La puedes ver como una historia de amor, no deja de ser una historia de amor, o un melodrama amoroso.  O incluso como una comedia pop en cierta manera, sobre todo la segunda parte. Yo pienso que tiene una gran riqueza expositiva y que cada cual puede adherirse a lo que más le seduzca.
 
C: Fíjate, que no diría que lo que predomina en la película es lo pop, pero es esa estética la que más llama la atención en ciertos momentos, por ejemplo una secuencia con diapositivas, otra en las que pones a los personajes a bailar sin motivo aparente… ¿Por qué decides irrumpir con algo así en una película que está llamada a ser lineal?
LM: Precisamente por eso, para acabar con la rigidez de los conceptos preestablecidos, de que una película ha de ser un origen, nudo y desenlace, esta medida aristotélica que no existe ya ni en el teatro ni en las artes plásticas, ni por supuesto en la música, que es lo más libre. Precisamente por romper con esa linealidad del 90 por ciento del cine que se hace. No es una cosa, por supuesto, exclusiva mía, está en los autores que a mí más me han marcado, lo tienes en Rossellini, Dreyer, por supuestísimo en Godard, ese sería el que más. Muchísimos cineastas que han marcado el lenguaje cinematográfico. Entonces me permito digamos esas ironías o ese juego inesperado porque pienso que el espectador lo tiene que agradecer, de hecho en las proyecciones a las que he asistido lo agradece, la gente ríe de repente o se ruboriza ante cierta escena (…) Parto de esta opinión, de que el cine ha de ser ante todo emoción y ha de tener cierta imprevisibilidad, como todo arte visual lo tiene. Presentar algo al espectador y que a cada uno le sugiera algo diferente, le de una idea diferente, que en algún momento a lo mejor que le irrite, que en otro aproveche para disfrutar de la belleza de la imagen…
 
C: ¿Llevabas mucho tiempo queriendo pasar al lado de la dirección para hacer este tipo de cosas o simplemente te apetecía en este momento?
LM: Más bien ha sido lo segundo. Yo en un momento determinado no tenía pretensión de dirigir cine y… por esas cosas de la vida, que veía que mis padres se estaban haciendo mayores y desaparecían, quise recogerlo. Así nació ‘Familystrip’ un documental que en principio iba a ser de uso doméstico, era para mi familia, para mis hermanos… pero el propio montador me dio el coraje para que la exhibiera públicamente porque indirectamente hablada de cien años de este país desde las cuatro pareces de una casa, y establecía un juego de miradas y de espejos con el espectador. Pues bien, esa película la presenté a festivales, vi que gustó, se estrenó comercialmente y ahí está. Luego hice otro documental muy en paralelo con el anterior sobre unos amigos que hacían un retiro budista, les seguí a la India y de alguna forma exploré un poco más ese espacio de silencio que puede haber en nosotros, que se llama ‘Blow Horne’. Y ahora, cuando me he considerado maduro para hacerlo pues he hecho esta película, de hecho con los elementos más difíciles, porque es cine histórico, con vestuario, con decoración, con tantas cosas que complican una narración… Hubiera sido más fácil hacer una película contemporánea, pero bueno, me dio por ahí, pero porque siempre hay detrás algo que te empuja a ello.
 
C: ¿Qué es lo que te empujó?
LM: En este caso fue una moneda de plata de cinco pesetas que me regaló mi abuela, un duro de Amadeo de Saboya que se quedó ahí en mi escritorio y de alguna forma siempre iba emitiendo señales. Iba diciéndome ¡Lluis que aquí hay algo interesante! ¡Lluis explora esto!  Y me dediqué un buen día a investigar, porque se conocía poquísimo de este señor tanto en España como en Italia. Tuve que averiguar a través de la Casa de Saboya muchos aspectos de su personalidad, después el propio co-guionista, el dramaturgo Sergi Belbel, encontró el discurso final, en el que el rey está en plan retrato de Wellington de Goya, en una hemeroteca.
 
C: Es una película histórica muy bien traída dada la situación actual… ¿Era también tu intención mostrar un personaje que hace dos siglos era más moderno que los que ahora nos gobiernan?
LM: Esta ha sido la lucha y la historia de este país. En este país siempre estamos pasando de periodos digamos ‘liberalistas’ a periodos ‘contrarreformistas’, y los problemas de España siguen siendo los mismos: tenemos las diferencias territoriales, tenemos la no aceptación de ciertas novedades para ponerlas en práctica, tenemos todavía la no separación tácita entre la Iglesia y el Estado, todavía no sabemos qué fórmula de Estado queremos, si monarquía o república, tampoco hemos sido consultados sobre ello… tenemos cantidad que cosas que ya forman parte casi atávica de la personalidad de este país. Eso estaba en 1870 y sigue estando ahora. Si la película cobra actualidad es por cierto inmovilismo, por cierta manera autocrática o autónoma de ser. Piensa que ese periodo que se relata en la película es el final del Romanticismo, una época muy marcada en Europa por los grandes movimientos musicales, pictóricos, etc. Hubo un gran desarrollo de la cultura también y empieza una nueva época que es la modernidad y ese elemento, Amadeo de Saboya, está como bisagra entre esos dos periodos. Poco después de Amadeo de Saboya empieza la gran industrialización en Europa, muchos elementos que modificarían nuestra manera de ser en la vida. Por ejemplo, ya no estamos tan condicionados por saber cuándo es de día y cuándo es de noche, ¿verdad? Se puede vivir de noche y trabajar de noche. Ha cambiado mucho nuestro ciclo de experiencia con lo que es el planeta. Eso empieza justo después de esa época.  Es una época de gran transformación, precedida de grandes ideas, es la época de Garibaldi, de Baudelaire, de grandes músicos como Verdi, Wagner…

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