Parece humilde, pero también parece que no tiene complejos… el cine que hace, tampoco. Menos aún la película que ahora nos presenta: Nueve meses… de condena. Albert Dupontel ha mimado su obra, eso se aprecia desde el primer segundo de metraje: planos secuencia y elipsis temporales al más puro estilo Orson Welles combinados con el más puro humor absurdo y un toque un tanto visceral.
Albert Dupontel admite sin tapujos que cada uno de sus personajes son en esencia él. Si te tomas al pie de la letra esta afirmación después de hacer un repaso por su ‘bestiario’ pueden ocurrir dos cosas: que huyas despavorido o que quieras abrazarlo eternamente (yo opto por la segunda).
Quizá haya alguien, quizá, que no esté de acuerdo conmigo pero, por norma general, cuando uno cruza los Pirineos para ver una película suele volver con la sensación de haber aprendido una lección de estilo, beba o no ese estilo de tantos otros… Esa fue la sensación que se me quedó después de ver Nueve meses de condena. Esa, y también la de haber hecho un gran descubrimiento. Sí, porque aunque Albert Dupontel haya protagonizado infinidad de películas, aquí ha sido difícil verle y menos con la batuta de director. De hecho este es el quinto largometraje que dirige este actor y humorista francés pero -por desgracia para nosotros-, el segundo que estrena en salas españolas. El primero, su ópera prima, fue Bernie en 1997. Ya entonces había dejado por aquí un buen sabor de boca, pero después de tanto tiempo se nos había olvidado.
Suerte que ha vuelto para recordárnoslo… y suerte que Crazyminds ha podido escucharlo de su propia boca…
C: Esta es para muchos la mejor película que has dirigido. Ahí quedan el número de nominaciones, los dos premios César (a la mejor actriz y el mejor guión)… ¿Compartes esta afirmación?
A.D: Sí, las cifras están ahí para decirlo, pero eso no quiere decir que sea la mejor…
C: Entonces, de todas las películas que has filmado como director, ¿cuál es la que más valoras?
A.D: La próxima (risas). Considero que todas mis películas son ‘intentos’, son tentativas… Bonitas, hermosas… pero creo que puedo hacerlo mejor.
C: ¿Por qué tienes esa impresión sobre tu trabajo?
A.D: Porque tengo tendencia a frustrarme (risas). Cuando ya está hecho, considero que si al final he conseguido hacerlo, no puede ser tan bueno.
C: Pero no creo que debas sentirte frustrado con este film…
A.D: Sí… porque en cuanto termina la película, ya tengo ganas de tratar otro tema. Siempre es una historia de amor que termina.
C: ¿Y cuál es el próximo tema que quieres tratar?
A.D: El miedo a vivir. Es un tema serio, pero haré todo lo posible para que la gente sonría, como en esta película. Primero lágrimas, luego sonrisas.
C: ¿Serán personajes extremos como los que hemos visto hasta ahora?
A.D: No son personajes extremos, son personajes que están en situaciones extremas. Son personajes ordinarios pero les ocurren cosas increíbles. La próxima será una mujer a la que le dicen que no le queda mucho tiempo de vida y que quiere recuperar a un niño, a su hijo, que abandonó hace mucho tiempo, hace 40 años. Le abandonó sin dar su nombre, de manera anónima. Va a chocar con la Administración cuando intenta encontrar el expediente… se ríen de ella… Va a cruzarse con un funcionario depresivo en pleno ‘suicidio frustrado’… Esta mujer a la que le gustaría vivir pero no puede vivir y este hombre que podría vivir pero que no quiere vivir tienen muchas cosas que decirse. Y eso es en lo que estoy trabajando.
C: Dices que tus personajes no son extremos, sino que viven situaciones extremas… pero también podríamos decir que están cortados por el mismo patrón. ¿Cómo es un ‘personaje Dupontel’?
A.D: Carente de matices (risas). Así es como siento las cosas yo: de una manera muy violenta, tengo un temperamento muy frenético. Entonces hago películas cortas y excesivas. Soy completamente culpable del resultado.
C: Cada personaje tiene buena parte de ti…
A.D: Sí, totalmente. Y amo a todos los personajes, incluso a los peores.
C: Tienes un estilo un tanto ‘gore’. No sé si tiene que ver con que has estudiado medicina… Pero, ¿cómo lo defines tú?
A.D: Me parece menos ‘gore’ que las noticias y… me gusta mucho la imagen. A veces demasiado. Y se nota.
C: ¿Algún director fetiche en el que te bases?
A.D: Hay muchos: desde Chaplin hasta Terry Gilliam. Pero hay muchísimos, muchísimos. Trato de ser yo mismo pero me parezco tremendamente a tantos otros….
C: Fíjate, es una apreciación que comparto después de ver Nueve meses…de condena: una buena mezcla entre el cine mudo de Charlie Chaplin y los Monty Python.
A.D: Es muy halagador (risas). La escena de Monsieur de Lime (Gilles Gaston-Dreyfus), el personaje que se corta en trocitos, la vio Terry Gilliam y dijo que era como el caballero negro de Los caballeros de la mesa cuadrada, y eso es un cumplido claro.
C: ¿Cómo surge esta historia tan alocada entre una juez y un ladrón?
A.D: Siempre busco temas que me permitan tratar con ‘una nariz roja de payaso’ los problemas de la sociedad. La sociedad no va muy bien y nos piden que participemos… ¡a nosotros, que ni siquiera hemos elegido vivir! En cuanto llegamos a este mundo imperfecto nos piden que participemos en él. Esa es una filosofía que, no es muy original, pero es la que siento muy anclada en mí. Por lo tanto siempre busco temas que me permitan mostrar esto, como el de esta mujer que se cree por encima de sus emociones y este hombrecillo que ni siquiera cree que puede vivirlas, como la de ser padre. Es interesante que se produzca ese encuentro. El más monstruoso de esos personajes, para mí es la juez, sobre todo al principio… porque se imagina por encima de las emociones, por encima de los hombres y además su trabajo es ‘aplicar la ley’, es terrible. Hay una frase de Pascal que dice: “La fuerza ha encontrado una ‘excusa intelectual’ que se llama justicia”. Lo escribió durante el reinado de Luis XIV… ¡era muy valiente decir eso! Y sigue siendo actual. No tengo ningún compromiso político, quiero precisarlo, simplemente estoy muy comprometido con el “descompromiso».
C: Por ese compromiso con el descompromiso o por ciertos detalles de esta historia, ¿se ha escandalizado alguna asociación pro familia o antiabortista, por ejemplo? ¿Has recibido alguna crítica?
A.D: Como soy ‘muy valiente’ evito leer las críticas (risas).
C: ¿Qué responderías ante una crítica no necesariamente cinematográfica, sino social?
A.D: Quizá tengan razón. Quizá, no lo sé… Todo el mundo ve lo que quiere ver -o lo que puede ver sobre todo-, en función de su cultura, de su educación, de su personalidad. «Yo propongo y el público dispone”. A veces van, a veces no van. A veces les gusta y a veces no… ¡Esta es la vida del artista!