La nueva película de Claire Denis se estrena casi de pasada, pero los fans de su cine no tenemos motivo de queja, después del olvido al que ha sido sometida por una política de exhibición que margina todo aquello que huele a diferente, al menos podemos disfrutar su cine donde debe hacerse. De hecho sólo ha estrenado en nuestro país su anterior filme Una mujer en África, apoyada por el carisma de su protagonista Isabel Huppert y puede que incluso este impulso haya llegado a posibilitar este nuevo estreno.
El guión tiene el aroma en su sinopsis de un thriller, lo que seguramente también ayude a llevar público a las salas. Lo bueno es que una vez allí no puedes escapar de las obsesiones habituales en su cine, aunque algún espectador despistado pueda salir horrorizado.
Un hombre, capitán de barco, vuelve a casa después de mucho tiempo, acudiendo a la llamada de su hermana. Su cuñado se ha suicidado, la empresa familiar está en quiebra, y su sobrina está hospitalizada. A partir de aquí los silencios de Denis dejan entrever, más que explican, una historia de venganza contra el poderoso, inspirada en el cine del maestro Akira Kurosawa (para la directora francesa el mejor cineasta de cine negro de la historia).
No tengo la intención de destripar la historia contando demasiado del guión, pero acumula asesinatos, una relación perversa con el sexo, venganzas y traiciones varias.
Vincent Lindon, su protagonista, da el papel perfectamente de personaje solitario y aislado de su familia pero capaz de dejar su mundo para conseguir vengar a los suyos. Y Michael Subor, actor fetiche de Denis (han colaborado en Una mujer en África en 2008, en L´Intrus en 2004 y Beau Travail en 1998), da el toque inquietante con un personaje que repele sin ni siquiera salir en pantalla.
Merece la pena señalar la forma de interpretar/filmar el sexo entre el protagonista y el personaje de Chiara Mastroianni, dejando de lado obviedades románticas y respirando necesidad y piel.
La música de Stuart Staples (Tindersticks) se acopla perfectamente a la historia, es sencilla, casi minimalista y acompaña las imágenes en los momentos adecuados, ayudando a crear inquietud y desasosiego.
Trouble every day (2001) con Vincent Gallo sería mi particular recomendación para quien disfrute de Los Canallas. Esquizofrénica y perturbadora película sobre unos amantes que bien podrían ser vampiros o caníbales por algo más que la fuerza de su pasión.
Ojalá sirva este estreno para dar a conocer un poco más en nuestro país a esta directora habitual en los festivales europeos y heredera de la Nouvelle Vague, aunque la oscuridad del relato (un pelín pasada de vueltas) puede generar recelo.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7,75/10