InicioCine – ArchivoBEGGINERS (Mike Mills, 2011)

BEGGINERS (Mike Mills, 2011)

Una sola palabra. El título es sencillo. Y lo que significa es tan básico y a la vez tan cierto como que todos somos ‘principiantes’ cuando se trata de amor. Da igual qué tipo de amor sea. Da igual que hayas estado enamorado anteriormente. Siempre es diferente. Siempre somos principiantes.

Mike Mills dirige su segundo largometraje basándose en una experiencia propia acontecida con su progenitor que, como vulgarmente se dice, salió del armario a los 75 años. Ese padre está encarnado en esta ficción de 100 minutos de duración por el actor Cristopher Plummer, al que le siguen su hijo (Ewan McGregor) y cuyo reparto completa la que será la enamorada de éste último, la francesa Mélanie Laurent, (recordemos su papel en la magnífica Inglorious Basterds de Quentin Tarantino).

La película nos presenta dos líneas narrativas por medio de un montaje en paralelo y que se desarrollan en distinta temporalidad. Así, nos da a conocer con cierto ingenio la historia, por un lado, de Ewan McGregor que tras sufrir la pérdida de su padre acude a una fiesta disfrazado de Sigmund Freud. Allí conoce a una chica, Mélanie Laurent, que se interesa a su vez por él produciéndose por consiguiente la seducción entre ambos; y, por el otro, nos encontramos con la historia de Hal, su padre, quien tras la muerte de su esposa da un paso hacia delante sin importar la edad que tenga para abrirse a sí mismo, a su hijo y al mundo entero y afirmarse en que es homosexual manteniendo una relación con un hombre más joven que él (sí, a pesar de haber pasado varias décadas al lado de una mujer). Pese a lo que pueda parecer, esto no aleja a padre e hijo, sino que, por contra, acaba reforzando su relación. En palabras de Mills: “la trama es como una calle de dos sentidos: Hal enseña a Oliver cómo amar a Anna, y el amor que siente Oliver por Anna le hace ver cosas que nunca entendió de Hal. La historia de Hal es moderna; se enfrenta a grandes obstáculos externos: el conservadurismo de los años 50, la homofobia, la vejez, el cáncer. Oliver y Anna nacieron después de los sesenta y su historia de amor es totalmente contemporánea. Se enfrentan a obstáculos internos: les persiguen los acuerdos, los compromisos y la tristeza latente de sus padres”.

Ambos, el padre, y en herencia el hijo, afrontan con humor sus respectivas y conjuntas historias, aportando a un relato dramático la sutil premisa de que el tiempo pasa para todos y que las oportunidades de ser felices están ahí, aunque el camino sea rudo y complicado.

La historia puede resultar sencilla para muchos, y arduamente complicada para otros. La diseminación de la información tiene una correcta resolución. La filmación se enriquece con ese aire indie y ciertos planos nos hacen pensar que Mike al menos conoce el trabajo de Woody Allen (aunque no haya comparación entre ambos). Se podría haber profundizado en algún aspecto, y otros resultan innecesarios al relato en su conjunto. Es de mención el trabajo de casting, pues es indudable la química entre Ewan y Mélanie, así como incuestionable el trabajo de Plummer.

Como dice Eastwood las historias están contadas, sólo hace falta encontrar otro punto de vista, por ello, en esta ocasión, os animamos a que veáis esta perspectiva. Al fin y al cabo, es el espectador el que dotará al film de su significado.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10

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